miércoles, 8 de agosto de 2012

Códigos QR vs IDEAL


Domingo por la mañana en una cafetería. Café, tostada, zumo, periódico y el móvil a mano. Un recuadro de extrañas formas llama la atención al lector junto a la crónica del partido de España. Coge su 'smartphone' y lo escanea y en muy pocos segundos comienza a ver una galería de fotos del encuentro o un vídeo relacionado.
Los teléfonos inteligentes se unen así a uno de los rituales más sagrados del día a día, la lectura del periódico. El extraño dibujo -un código QR también conocido como 'bidi'- puede encontrarse desde hoy entre las páginas de IDEAL. Es una especie de código de barras más pequeño, pero con infinitas posibilidades; tinta que se convierte en bits de información. Eso son los códigos de contenido abstracto que desde hace un tiempo nos encontramos impresos en el lugar más inesperado: al abrir un paquete de correos, en los anuncios de la parada del autobús o en el periódico. Allí están ellos para trasladar al receptor a otra dimensión.
IDEAL ha querido incorporar este innovador servicio a sus lectores para facilitar la ampliación de los contenidos que ofrece cada día. Así, con un simple escaneo desde el móvil, los lectores pueden ver ahora en vídeo los detalles de los hechos mencionados, las imágenes de cualquier evento o acceder a las declaraciones de los personajes entrevistados.
Para descifrar los secretos que guardan estos códigos solo se necesita un 'smartphone'. Los teléfonos móviles de última generación son la herramienta que permite escanear la realidad impresa sobre papel y convertirla en una experiencia multimedia. Solamente es necesario descargarse la aplicación que los traduce y hay muchas gratuitas.
Los códigos QR son capaces de abrir muchas puertas, principalmente las del conocimiento. Así lo ha entendido, por ejemplo, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), que los emplea para ampliar la información sobre las obras expuestas. Los códigos ubicados al lado de cada cuadro permiten sumergirse en enormes cantidades de datos sobre la obra observada. Información adicional que no entiende de los límites de espacio que tiene una tarjeta pegada a la pared.
Móviles y sexo seguro
La publicidad no ha tardado en explotar esta nueva tecnología y ha puesto su maquinaria a trabajar para sorprender al consumidor con casi infinitas posibilidades. La censura dejó de ser un problema para Calvin Klein gracias a estos códigos. La empresa colgó en una valla gigante en pleno Nueva York un código QR con el lema: 'Consíguelo sin censura'. Una puerta al vídeo de su nueva campaña, sin nadie que pusiera límites a lo que querían expresar. Diez metros de código que trasladaban, a aquel que lo escaneaba, al mundo inventado por la marca de ropa.Códigos QR, la llave de una nueva dimensión informativa
Uno de los ejemplos más curiosos de empleo de estos códigos se ha desarrollado en Estocolmo con ocasión de una campaña para promover el sexo seguro. Al parecer, los jóvenes suecos están entre los europeos que menos usan anticonceptivos, sobre todo en verano. La campaña, llamada 'Condom8', apostó por añadir un nuevo concepto a 50.000 condones. Aquellos que escaneaban los códigos que llevaban los envoltorios accedían a una aplicación con la que podían medir desde su teléfono móvil el ritmo, ruido y duración de sus prácticas sexuales. Los datos registrados se convertían en una gráfica que dibujaba el 'perfil sexual' del usuario. Por supuesto, podían compararse los datos con otros usuarios y comentarse. Contra todo pronóstico, 5.900 personas rellenaron sus perfiles y compartieron sus méritos sexuales, y el 39% de ellas admitió que había empezado a utilizar más el preservativo.
Gracias a los códigos QR las tarjetas de visita ya no son lo mismo. Estas también se benefician de las posibilidades del mundo bidimensional de los códigos. Incluirlos en estas presentaciones físicas permite al receptor llegar a conocer mucho más de su propietario: datos de contacto ampliados, vídeos, presentaciones, páginas web interactivas... el límite está en la imaginación del que lo idee.
Llegados de Oriente
Este invento diminuto y cuadrado no podía venir de otro sitio que no fuera Japón. Allí, su uso está mucho más popularizado y lo que nació en 1994 como una respuesta a la necesidad de controlar las piezas de coche en una fábrica subsidiaria de Toyota, se ha convertido en una herramienta para ahorrar trabajo a los usuarios. Ya no se concibe teclear en el móvil una dirección para acceder a una web. Eso ha quedado relegado a los teclados de los ordenadores. Los japoneses, tan aficionados a las fotografías cuando viajan, también usan el botón de disparo de sus cámaras para navegar a golpe de clic. Una de las consecuencias es que estos códigos se han vuelto coquetos y existen versiones más coloristas. Diseñadores como Marc Jacobs o Louis Vuitton tienen códigos QR.

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