Domingo por la mañana en una cafetería. Café, tostada,
zumo, periódico y el móvil a mano. Un recuadro de extrañas formas llama
la atención al lector junto a la crónica del partido de España. Coge su
'smartphone' y lo escanea y en muy pocos segundos comienza a ver una
galería de fotos del encuentro o un vídeo relacionado.
Los teléfonos inteligentes se unen así a uno de los
rituales más sagrados del día a día, la lectura del periódico. El
extraño dibujo -un código QR también conocido como 'bidi'- puede
encontrarse desde hoy entre las páginas de IDEAL. Es una especie de
código de barras más pequeño, pero con infinitas posibilidades; tinta
que se convierte en bits de información. Eso son los códigos de
contenido abstracto que desde hace un tiempo nos encontramos impresos en
el lugar más inesperado: al abrir un paquete de correos, en los
anuncios de la parada del autobús o en el periódico. Allí están ellos
para trasladar al receptor a otra dimensión.
IDEAL ha querido incorporar este innovador servicio a sus
lectores para facilitar la ampliación de los contenidos que ofrece cada
día. Así, con un simple escaneo desde el móvil, los lectores pueden ver
ahora en vídeo los detalles de los hechos mencionados, las imágenes de
cualquier evento o acceder a las declaraciones de los personajes
entrevistados.
Para descifrar los secretos que guardan estos códigos
solo se necesita un 'smartphone'. Los teléfonos móviles de última
generación son la herramienta que permite escanear la realidad impresa
sobre papel y convertirla en una experiencia multimedia. Solamente es
necesario descargarse la aplicación que los traduce y hay muchas
gratuitas.
Los códigos QR son capaces de abrir muchas puertas,
principalmente las del conocimiento. Así lo ha entendido, por ejemplo,
el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), que los emplea para
ampliar la información sobre las obras expuestas. Los códigos ubicados
al lado de cada cuadro permiten sumergirse en enormes cantidades de
datos sobre la obra observada. Información adicional que no entiende de
los límites de espacio que tiene una tarjeta pegada a la pared.
Móviles y sexo seguro
La publicidad no ha tardado en explotar esta nueva
tecnología y ha puesto su maquinaria a trabajar para sorprender al
consumidor con casi infinitas posibilidades. La censura dejó de ser un
problema para Calvin Klein gracias a estos códigos. La empresa colgó en
una valla gigante en pleno Nueva York un código QR con el lema:
'Consíguelo sin censura'. Una puerta al vídeo de su nueva campaña, sin
nadie que pusiera límites a lo que querían expresar. Diez metros de
código que trasladaban, a aquel que lo escaneaba, al mundo inventado por
la marca de ropa.
Uno de los ejemplos más curiosos de empleo de estos
códigos se ha desarrollado en Estocolmo con ocasión de una campaña para
promover el sexo seguro. Al parecer, los jóvenes suecos están entre los
europeos que menos usan anticonceptivos, sobre todo en verano. La
campaña, llamada 'Condom8', apostó por añadir un nuevo concepto a 50.000
condones. Aquellos que escaneaban los códigos que llevaban los
envoltorios accedían a una aplicación con la que podían medir desde su
teléfono móvil el ritmo, ruido y duración de sus prácticas sexuales. Los
datos registrados se convertían en una gráfica que dibujaba el 'perfil
sexual' del usuario. Por supuesto, podían compararse los datos con otros
usuarios y comentarse. Contra todo pronóstico, 5.900 personas
rellenaron sus perfiles y compartieron sus méritos sexuales, y el 39% de
ellas admitió que había empezado a utilizar más el preservativo.
Gracias a los códigos QR las tarjetas de visita ya no son
lo mismo. Estas también se benefician de las posibilidades del mundo
bidimensional de los códigos. Incluirlos en estas presentaciones físicas
permite al receptor llegar a conocer mucho más de su propietario: datos
de contacto ampliados, vídeos, presentaciones, páginas web
interactivas... el límite está en la imaginación del que lo idee.
Llegados de Oriente
Este invento diminuto y cuadrado no podía venir de otro
sitio que no fuera Japón. Allí, su uso está mucho más popularizado y lo
que nació en 1994 como una respuesta a la necesidad de controlar las
piezas de coche en una fábrica subsidiaria de Toyota, se ha convertido
en una herramienta para ahorrar trabajo a los usuarios. Ya no se concibe
teclear en el móvil una dirección para acceder a una web. Eso ha
quedado relegado a los teclados de los ordenadores. Los japoneses, tan
aficionados a las fotografías cuando viajan, también usan el botón de
disparo de sus cámaras para navegar a golpe de clic. Una de las
consecuencias es que estos códigos se han vuelto coquetos y existen
versiones más coloristas. Diseñadores como Marc Jacobs o Louis Vuitton
tienen códigos QR.
No hay comentarios:
Publicar un comentario