
De un tiempo a esta parte, los
profesionales del marketing, los negocios y, bueno, todo el mundo, se han vuelto locos por los
códigos QR
y los han calificado como “la próxima gran revolución”. Esto se debe a
que, en un principio, estos códigos parecían ser la mejor forma de
llevar las
interacciones del mundo físico al digital.
Pero, a pesar del gran intento de los marketeros por meter un código QR
en cualquier cosa que anunciaran, vendieran o comieran (sí, comieran),
ha habido un gran escepticismo en torno a su uso en el mundo real.
Ya hemos hablado en muchas ocasiones de casos en los que
los códigos QR nos han generado más risa que otra cosa. Esta vez volvemos a darles más motivos por los que, muchas veces, insertar un
código QR en una campaña es algo inefectivo:
1. Contenidos que no merecen la pena:
Desde el punto de vista del marketing, los códigos QR proporcionan un
valor evidente y son fáciles de crear, baratos y nos abren todo un mundo
de posibilidades de cara al consumidor y su interacción con los
productos. Desde el punto de vista del consumidor, sin embargo, éste
valor no está tan claro. Escanear un código de estos a veces supone
mucho tiempo y esfuerzo para el usuario. Y lo que es peor, el 90% de las
veces se incluye un link a una web que no está optimizada para el
mobile, lo que puede llegar a frustrar al consumidor y dar lugar a un
sentimiento negativo hacia nuestra marca. Por este motivo, debemos darle
al consumidor una buena razón para que escanee el código: un descuento,
el primer capítulo de un libro, una bebida gratis en el bar o incluso
un vídeo específico de YouTube.
2. Sensibilización de los consumidores:
El mayor problema con los códigos QR es que los consumidores han
demostrado que no tienen la pista sobre lo que son y muchos de ellos no
conocen ni siquiera la forma de escanearlos. Los marketeros han estado
tan emocionados con el enorme potencial de estos códigos que se han
olvidado de que los consumidores no son marketeros. Los profesionales
del marketing ven anuncios, hacen clic en tweets patrocinados y, como
no, escanean códigos QR porque tienen una curiosidad natural y una
pasión hacia el marketing de las marcas. Pero el consumidor de a pie
necesita que le expliquen qué es lo que se supone que queremos que haga
con estos códigos y, por supuesto, explicarles qué son.
3. El valor como medio:
Habitualmente los códigos QR se emplean simplemente como un link a la web de la compañía o a una
landing page
específica. ¿Merece la pena tanto esfuerzo por parte del consumidor
para esto? Tenga en cuenta que, para escanear el código QR, el usuario
tiene que sacar su teléfono, desbloquearlo, abrir la aplicación, enfocar
el código y, finalmente, escanearlo. Esto suponiendo que ya disponga de
una aplicación que escanee códigos QR. Para la mayor parte de los
usuarios es más rápido buscar en Google y ver si el código les está
aportando algo de relevancia o no.
4. Localización, localización, localización:
La localización es otro punto importante a tener en cuenta a la hora de
insertar un código QR en una campaña. Los códigos QR aparecen
últimamente en todas partes, sobre cualquier cosa, sin parecer que
importe mucho el contexto. De esta forma, muchos códigos son imposibles
de escanear, como el de la imagen de esta noticia, que llega a ser hasta
peligroso. La mejor solución para esto es poner los pies sobre la
tierra y darse cuenta de cuál es la mejor localización para el código
QR, de forma que a todo el mundo le acabe resultando útil.
5. Estética:
Los códigos QR son feos y, lo que es peor, es difícil distinguirlos de
aquellos que se usan con fines industriales. Por ello, muchos
consumidores pueden llegar a confundir los códigos QR con los códigos de
barras. La buena noticia es que no tienen que ser feos
obligatoriamente, con un toque de Photoshop podemos redondear las
esquinas y darle un toque más visual para reclamar su escaneo.